Tomar alcohol como una copa de vino o una cerveza antes de acostarte puede parecer una gran idea para dormir mejor. Si tuviste un día muy pesado o si hace calor, seguramente estas bebidas mejorarán tu ánimo e incluso te provocarán un sopor muy agradable que hará que te vayas con una sonrisa a la cama.
El alcohol, efectivamente, ayuda a conciliar más rápido el sueño, pero esta práctica tiene varios inconvenientes. El más importante es que altera los ritmos circadianos de tu cuerpo. Estos ritmos de 24 horas se rigen por un reloj biológico maestro, una pequeña región del cerebro que tiene un gran trabajo: coordinar las hormonas y las actividades de todo tu cuerpo. Desde el metabolismo y el sistema inmunológico hasta la energía, el impulso sexual, las funciones cognitivas y el estado de ánimo son controlados por este sistema.
En el cuerpo, el alcohol interrumpe el funcionamiento circadiano e interfiere con la capacidad del reloj biológico para sincronizarse. Algunas de las consecuencias físicas de esta interrupción son la mala función hepática, el síndrome del intestino permeable, depresión, alteración de los ciclos de vigilia y sueño y, por supuesto, a largo plazo la dependencia.
Esto no quiere decir que debas dejar de tomar alcohol para siempre, pero sí que debes moderar su consumo a no más de 3 veces por semana y tomarlas siempre en las acostumbradas “horas felices” de los bares. Aunque no lo creas, estos horarios corresponden a la parte del ciclo en la que el cuerpo está más preparado para metabolizar el alcohol: ni la mañana ni la madrugada son las horas ideales para consumir bebidas alcohólicas, así que dile adiós a las mimosas y a la tornafiesta.
Las consecuencias directas si bebes antes de dormir se dividen en dos fases. En la primera mitad de la noche pasarás más tiempo en sueño profundo y menos tiempo en el sueño REM, del cual te hemos hablado mucho en este blog. Aunque esto parezca buena idea, la arquitectura del sueño está finamente calibrada para satisfacer las necesidades de tu cerebro y éste necesita del sueño REM para procesar la memoria, el conocimiento nuevo y las emociones.
En la segunda mitad de la noche, tu sueño se interrumpirá de forma más activa. A medida que el alcohol se metaboliza en el cuerpo, sufrirás del efecto rebote: es probable que te despiertes varias veces y que encuentres complicado volverte a dormir.
Además de las anteriores, otras de las consecuencias de la ingesta de alcohol antes de dormir son las siguientes:
- Que tengas más ganas de ir al baño y esto interrumpa tu ciclo de sueño.
- Aumenta el riesgo de que camines dormido.
- Incrementa los problemas respiratorios y provoca ronquidos porque los músculos tu cabeza, cuello y garganta se relajan con el alcohol.
- Crece la posibilidad de que tengas insomnio y apnea del sueño
Finalmente, todos estos factores derivados del consumo de bebidas alcohólicas justo antes de dormir contribuyen al cansancio, la irritabilidad y la dificultad para concentrarte al día siguiente. Incluso si no sufres de una cruda tangible, tu estado de ánimo y tu rendimiento verán una disminución drástica.
Otro factor importante es la cuestión de género: el alcohol impacta de forma más negativa a las mujeres que a los hombres, y causa más estragos en sus ritmos de sueño que en su contraparte masculina. Así que ya lo sabes: puedes tomar sin problema una o dos copas, pero no son un sustituto de la higiene del sueño ni de un ambiente propicio y confortable para dormir.